Bodegas Castelo de Medina

Bodegas Castelo de Medina, fue fundada en el año 1996 por tres personas amantes de la cultura del vino cuyos orígenes se encuentran en estas tierras castellano-leonesas, en el corazón de la Denominación de Origen Rueda, en un pequeño pueblo llamado Villaverde de Medina. En Castelo de Medina cultivan vid, vendimian, seleccionan, elaboran, embotellan y comercializan ofreciendo año tras año una garantía de calidad óptima en sus vinos.

Cuentan con una amplia gama de productos e vinos blancos premiados en mercados nacionales e internacionales. La bodega con una arquitectura tradicional castellana (ladrillo caravista, piedra, forja y madera), cuenta con equipos de tecnología avanzada apropiados para una moderna elaboración de alta calidad manteniendo los principios tradicionales de la zona, estando inmersa en continúos programas de I+D+I.

Sus viñedos propios ocupan una superficie de 190 Has. En una superficie de 160 Has cultivan variedades blancas: Sauvignon blanc, Viura, Chardonnay, y por supuesto, la variedad autóctona que llena de orgullo esta región y cultivada desde el siglo XI: La Vedejo. Los viñedos de Castelo de Medina se elevan entre 750-800 metros sobre nivel del mar, con tierras llanas pero altas, que soportan inviernos fríos y muy largos, primaveras cortas con heladas tardías y veranos calurosos y secos y especialmente la alternancia de temperaturas entre el día y la noche en la época de maduración aportan a la uva cualidades únicas.. Al estar situada en el sector central de la depresión del río Duero, constituye una altiplanicie de suaves relieves y vertientes que están sometidas a los vientos atlánticos. Son tierras pardas, ricas en calcio y magnesio, de fácil laboreo y pedregosas con buena aireación y buen drenaje. Una base de arcillas calcáreas, sobre las cuales aparecen capas de arenas entremezcladas con guijarros o cantos rodados, que van a facilitar la maduración al reflejar la luz solar y retener el calor.

Las prácticas de cultivo se realizan con el máximo esmero, buscando siempre limitar la producción, conseguir una buena aireación e insolación de los racimos, sanidad y buen grado de madurez, todo ello conjugado con el respeto al medio ambiente.